La mayoría de las venezolanas hemos tenido que lidiar con la desagradable sensación que genera la mirada morbosa del desconocido que se posa agresivamente sobre el descote, los pantalones ajustados o la falda corta. El fisgoneo es practicado por cientos de hombres diariamente en las calles de Caracas, en el metro, en las plazas de nuestros pueblos y en las playas de Venezuela. Cuando el objeto de la mirada agresora de ese desconocido, que irrumpe en la intimidad de un cuerpo, es una niña, niño o adolescente, el fisgoneo se convierte en una modalidad de abuso sexual sin contacto físico, modalidad, por cierto, tan o más frecuente que el exhibicionismo en nuestro entorno. En el fisgoneo el adulto irrumpe con una mirada lasciva y morbosa sobre el cuerpo de la niña o el niño; con su mirada violenta invade el cuerpo y el espacio íntimo del niño, generando turbación, trauma y miedo.
El voyeurismo es un trastorno sexual donde el individuo obtiene la excitación sexual mirando de manera clandestina la desnudez o la actividad sexual de otras personas, casi siempre masturbándose durante o después del acto voyeurista. Cuando el adulto, mediante engaño, manipulación, seducción o amenaza, promueve la desnudez de niñas o niños, o actividad sexual entre ellos para satisfacer su placer sexual, está incurriendo en un acto de abuso sexual aunque no haya contacto físico, ni penetración. El impacto psicológico en los niños y niñas victimas de voyeurismo es en muchos casos tan severo como la violación.
Niñas y niños perciben con claridad la intención agresora del fisgoneo. Si hay buena comunicación con padres o maestros es posible que recurran a ellos con la duda, que manifiesten su confusión… Siempre habrá que creerles e inmediatamente investigar. Por otra parte, si nosotros como adultos cuidadores percibimos manifestaciones sutiles de fisgoneo hacia nuestras niñas o niños, debemos mantenernos alerta, confiar en nuestra intuición y averiguar. La buena comunicación con nuestros hijos o alumnos será de gran ayuda.
Fisgonear –o, como se dice popularmente, “bucear”– a niñas o niños es una forma de abuso sexual, y puede ser el primer peldaño en una secuencia de actos abusivos más traumáticos. Así pues, es necesario erradicar la falsa creencia de que el fisgoneo es natural y que hay que tolerarlo como parte de nuestra cultura. El fisgoneo, el exhibicionismo y el voyeurismo dirigido a niñas, niños y adolescentes, son formas de abuso sexual y por lo tanto delitos. Denunciar a los agresores y proteger a las víctimas es una forma de hacer justicia y evitar eventos abusivos más traumáticos.
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