sábado, 16 de julio de 2011

Fisgoneo y voyeurismo

La mayoría de las venezolanas hemos tenido que lidiar con la desagradable sensación que genera la mirada morbosa del desconocido que se posa agresivamente sobre el descote, los pantalones ajustados o la falda corta. El fisgoneo es practicado por cientos de hombres diariamente en las calles de Caracas, en el metro, en las plazas de nuestros pueblos y en las playas de Venezuela. Cuando el objeto de la mirada agresora de ese desconocido, que irrumpe en la intimidad de un cuerpo, es una niña, niño o adolescente, el fisgoneo se convierte en una modalidad de abuso sexual sin contacto físico, modalidad, por cierto, tan o más frecuente que el exhibicionismo en nuestro entorno. En el fisgoneo el adulto irrumpe con una mirada lasciva y morbosa sobre el cuerpo de la niña o el niño; con su mirada violenta invade el cuerpo y el espacio íntimo del niño, generando turbación, trauma y miedo.
El voyeurismo es un trastorno sexual donde el individuo obtiene la excitación sexual mirando de manera clandestina la desnudez o la actividad sexual de otras personas, casi siempre masturbándose durante o después del acto voyeurista. Cuando el adulto, mediante engaño, manipulación, seducción o amenaza, promueve la desnudez de niñas o niños, o actividad sexual entre ellos para satisfacer su placer sexual, está incurriendo en un acto de abuso sexual aunque no haya contacto físico, ni penetración. El impacto psicológico en los niños y niñas victimas de voyeurismo es en muchos casos tan severo como la violación.
Niñas y niños perciben con claridad la intención agresora del fisgoneo. Si hay buena comunicación con padres o maestros es posible que recurran a ellos con la duda, que manifiesten su confusión… Siempre habrá que creerles e inmediatamente investigar. Por otra parte, si nosotros como adultos cuidadores percibimos manifestaciones sutiles de fisgoneo hacia nuestras niñas o niños, debemos mantenernos alerta, confiar en nuestra intuición y averiguar. La buena comunicación con nuestros hijos o alumnos será de gran ayuda.
Fisgonear –o, como se dice popularmente, “bucear”– a niñas o niños es una forma de abuso sexual, y puede ser el primer peldaño en una secuencia de actos abusivos más traumáticos. Así pues, es necesario erradicar la falsa creencia de que el fisgoneo es natural y que hay que tolerarlo como parte de nuestra cultura. El fisgoneo, el exhibicionismo y el voyeurismo dirigido a niñas, niños y adolescentes, son formas de abuso sexual y por lo tanto delitos. Denunciar a los agresores y proteger a las víctimas es una forma de hacer justicia y evitar eventos abusivos más traumáticos.

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