sábado, 9 de julio de 2011

Casos

Conocer sobre casos ocurridos en la vida real, con la finalidad de analizarlos y extraer de ellos experiencia y aprendizaje ha sido una estrategia fundamental en la trayectoria de Avesa. También con nuestros lectores utilizaremos esta estrategia. Y para ello, lógicamente, resguardaremos la identidad de nuestros usuarios, cambiando sus nombres y otros datos sin relevancia para la esencia de cada caso.
Hace varios años recurrieron a nuestro servicio los padres Estela, una niña de 9 años que, según ellos nos informaron, era bastante tímida y retraída, tenía bajo rendimiento en sus estudios y se quejaba constantemente de lo fea que se sentía debido a su sobrepeso. Los padres de Estela vivían con ella en una fábrica de muebles donde eran conserjes.
Ocurrió que un vigilante contratado por la fábrica, en pocos meses, se hizo amigo de la familia. Mantenía amenas conversaciones con el papá de Estela, era sumamente amable con la mamá y muy cariñoso con la niña. El vigilante se ganó su confianza, al punto de que cuando se ofreció a darle clases de matemáticas a Estela para ayudarla a superar su bajo rendimiento, nadie puso problema. Estela al regresar de su escuela se reunía con él en el cubículo que la empresa tenía asignado para la vigilancia. Las clases ya tenían un tiempito y la niña se mostraba muy motivada, cuando la mamá de Estela accidentalmente encontró entre los útiles de la niña un manojo de cartas y fotos.
Eran cartas de amor que, en un lenguaje sutil y seductor, exaltaban la belleza de Estela y le comunicaban cómo su condición de gordita la hacía más atractiva a los ojos de un hombre enamorado. Junto con las cartas, la niña atesoraba varias fotos. En ellas estaba retratada a medio vestir, en poses sensuales: con falda pero sin camisa y con un tirante del sostén suelto sobre el hombro; con falda y camisa pero con una pierna sobre un banco dejando ver sus muslos desnudos... El paquete lo completaba una imagen del fotógrafo de Estela y autor de las cartas: el vigilante (un hombre de más de 40 años) con el torso desnudo. Los padres de Estela actuaron de inmediato, pusieron la denuncia en el Consejo de Protección del Municipio correspondiente y de allí los remitieron a Avesa.
Este caso no tuvo un mal desenlace: el agresor afortunadamente no había tocado a la niña. Sin embargo, fue debidamente sancionado y la situación de abuso, detenida. La actuación asertiva de los padres de Estela detuvo a tiempo una situación que con toda seguridad habría llegado a una forma de abuso sexual más traumática.
Debido a la naturalización de ciertas formas de abuso sexual sin contacto como el exhibicionismo o la seducción a través de cartas, fotos y otras modalidades (créanme: los agresores son ingeniosos para abordar a sus víctimas), a veces dudamos si hay delito y no actuamos a tiempo. ¡Cuidado! Debemos tener muy claro que aún sin contacto físico, toda vez que un adulto aborda una niña o niño con la intención de establecer un vínculo sexual (que, como ya sabemos, también ocurre sin contacto físico), es una manifestación de abuso sexual, y por lo tanto un delito.

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