sábado, 25 de septiembre de 2010

Parto Humanizado

El parto puede llegar a ser una experiencia sublime y erótica. Lo sabemos por nuestra propia experiencia y la de miles de mujeres en el mundo que decidieron ser protagonistas y autónomas a la hora de parir. Para lograrlo se informaron sobre la fisiología del embarazo y el parto, y se prepararon para dar a luz, gracias al uso consciente de la respiración y la relajación. Las/os promotoras/es de este movimiento a nivel mundial son un grupo de obstetras, enfermeras, preparadoras, comadronas y mujeres embarazadas que trabajan para lograr lo que han denominado la humanización del parto. El parto humanizado demanda una serie de condiciones que, por lo general, no se cumplen en las clínicas ni los hospitales venezolanos.
La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una vida sin Violencia define la violencia obstétrica como la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por personal de salud, expresados en un trato deshumanizado, en un abuso de medicación, y la patologización de los procesos naturales, trayendo consigo la pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, e impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres. Asimismo, el artículo 76 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela garantiza protección integral a la maternidad. Sin embargo, sabemos que el cumplimiento de establecido lo en la ley está muy lejos de la realidad. Son muchos los servicios de atención al parto (públicos y privados) que deberían ser reestructurados.
El parto humanizado es un paso esencial hacia la consecución de una sociedad donde reine la paz. Numerosas investigaciones evidencian que las vivencias prenatales (de antes de nacer) y perinatales (de inmediatamente después de nacer) marcan la vida psicológica de las personas. No puede ser lo mismo llegar al mundo a través de un cuerpo consciente, oxigenado y relajado; contar con una madre autónoma y dueña de su cuerpo que te ayuda a nacer; contar con un padre que apoya a tu madre y te recibe con un abrazo pleno de ternura masculina; nacer en un ambiente acogedor iluminado con suave luz, que llegar al mundo en una sala obstétrica donde mujeres paren solas sin apoyo amoroso alguno; asustadas; con los músculos tensos y la respiración entrecortada; sin saber qué está pasando con su cuerpo y donde los bebés nacen entre los gritos de la madre, iluminados por una luz que los encandila y los asusta…
Un pionero del parto humanizado fue el obstetra francés Frederick Leboyer, quien en 1976 publicó un libro que causó gran impacto en el mundo, titulado Parto sin Violencia. En una entrevista que le hiciera en el año 2006, Alfredo Embid le preguntó: ¿Qué sucede en la conciencia de una mujer en el momento del parto? Leboyer le respondió: …La mujer que ha tocado las profundidades de sí misma deja de estar limitada en su cuerpo durante el parto. De golpe se vuelve una, con la Madre Divina, es decir, con la vida, con la tierra. Percibe que algo sucede a través de ella…
La mujer que pare conscientemente sabe que a través de ella y su cuerpo llegan a este territorio niños y niñas con un gran potencial para vivir en paz y disfrutar la vida a plenitud…

sábado, 18 de septiembre de 2010

Dar a luz

En artículos anteriores explicamos como erotismo y genitalidad no son la misma cosa, en esa ocasión citamos a Judith Ress: cuando hago un recorrido por mis experiencias de plenitud, es decir, eróticas, me doy cuenta que son momentos en los que experimento contención, pertenencia, aceptación, placer; cuando siento una profunda conexión con otro ser humano, con un árbol, con el mar, las montañas, la luna, las estrellas, las nubes… cuando me siento parte de algo mucho mas expansivo que mi ser . También reprodujimos la lista de placeres sagrados que enumera la misma autora en un texto testimonial publicado en la revista Conspirando, al mismo tiempo que invitamos a nuestros/as lectores/as a elaborar su propia lista.
Entre mis placeres eróticos sagrados figura en primer lugar el día que dí a luz mi hijo mayor, cuyo relato – publicado en un libro de mi autoría- compartí con mis lectores/as en el artículo que titulé: Mi lista.
La expresión dar a luz nos remite al poder femenino; al potencial de las mujeres para encarnar procesos naturales llenos de fuerza, vida y erotismo, conectados con una energía que está mas allá del propio ser. Parir o dar a luz es un evento en la vida de las mujeres vinculado directamente con su sexualidad, no sólo por que el embarazo y el parto derivan de las relaciones sexuales, sino porque también forma parte de la relación de las mujeres con su propio cuerpo y sus zona genitales.
En su artículo El sentido sagrado del nacimiento, Denisse Roberts señala: …El parto precisa que la madre confíe en su cuerpo y esté contactada con todas sus partes. La mujer debe entender que el parto es un acontecimiento sexual y sentirse a gusto con su sexualidad. Necesita saber que las personas que la rodean aceptan su cuerpo y la naturaleza sexual de este evento, que no se sienten violentadas ni avergonzadas por que ella está pariendo, y que no van a inmiscuirse en el proceso...
Lamentablemente las mujeres hemos sido educadas para que ocurra todo lo contrario: temer y a degradar la experiencia de parto ¡Parirás con dolor! es un mandato cultural grabado en los tuétanos, en lo más profundo de nuestro inconsciente. Romper con las falsas creencias que nos impiden experimentar el poder femenino, el erotismo y el placer sagrado que involucra el acto de dar a luz, resulta sumamente difícil en esta sociedad patriarcal que castiga a la mujer parturienta ruleteándola de hospital en hospital hasta la muerte. En nuestro artículo Elecciones Parlamentarias y Sexualidad, señalamos el alto índice de mortalidad materna en Venezuela, como uno de los primeros asuntos vinculados con sexualidad y política que debería tratado en la próxima Asamblea Nacional.
El parto se puede convertir en una experiencia de éxtasis y profunda conexión corporal y espiritual, para ello las mujeres deben tener acceso a la información y formación que les permita empoderarse para participar de manera activa y autónoma en este evento crucial y trascendental de su vida. En nuestro país hay varias experiencias muy valiosas de programas de preparación para el parto (públicas y privadas) que deben divulgadas y replicadas masivamente. A este tema dedicaremos nuestros próximos artículos.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Elecciones Parlamentarias y Sexualidad

Haremos una pausa necesaria en el tema que veníamos tratando, para abordar el asunto específico de sexualidad y agenda legislativa. Luego volveremos al tópico de erotismo y cotidianidad.
El tabú de la sexualidad nos arropa a todos/as e incluso aquellos/as que hemos pasado parte importante de nuestra vida reflexionando y discutiendo sobre el tema, no estamos exentos de conflictos y contradicciones.
Por razones culturales a la mayoría de los/as políticos/as les cuesta mucho comprender la dimensión política de la sexualidad y, lamentablemente, a los electores también.
La mortalidad materna; el índice de embarazos en adolescentes; el ruleteo de la parturientas; la insuficiencia de programas de planificación familiar; el difícil acceso a métodos anticonceptivos de la población, en general; la ausencia de servicios de salud sexual y reproductiva, políticas de atención prenatal y postnatal especiales para adolescentes; la prostitución infanto-juvenil; la insuficiencia de servicios de apoyo psicológico y legal a las víctimas de violencia sexual y doméstica; la falta de celeridad de los tribunales de los casos de violencia hacia la mujer y abuso sexual infanto-juvenil; los preocupantes índices de infecciones de transmisión sexual, particularmente el VPH y VIH/SIDA; el aborto; la feminización de la pobreza; la ausencia de una política nacional educativa sostenida y sustentable de educación sexual integral en todos los niveles educativos; los derechos humanos de los gay, lesbianas, bisexuales y transgénero (GLBT); la brecha salarial por razones de género; la deserción escolar por razones de género; la participación mayoritaria de varones jóvenes – obedeciendo a los patrones de construcción de la masculinidad socialmente impuestos- en los hechos de violencia que diariamente ocurren en nuestro país; el femicidio; son sólo algunos de los problemas sociales que aquejan a nuestro país y son evidencia de la estrecha relación entre la sexualidad y la política.
He prestado mucha atención a la agenda legislativa ofrecida por los/as candidatos/as del PSUV, la MUD y el PPT, y no he escuchado ni una oferta para llevar al parlamento estos temas. Sabemos por nuestro contacto con las comunidades de su preocupación por estos asuntos, son temas obligados en las plenarias de los talleres que hemos organizado en comunidades populares de todo el país.
Generalmente, los y las electoras no incluimos estas preocupaciones en el diálogo con quienes se postulan para legislar el país, no la hacemos porque como ciudadanos/as también estamos marcados/as por la visión genitalizada de la sexualidad, y nos cuesta entender el importante papel que tiene la clase política en la superación de los problemas relacionados con la sexualidad que afectan nuestra vida cotidiana.
Creemos que los/as candidatos/as en elecciones parlamentarias tienen la obligación de comunicarle a los/as electores/as sobre el lugar que ocupan los derechos sexuales y reproductivos en su agenda legislativa, al mismo tiempo que los/as electores debemos considerar la dimensión política de la sexualidad a la hora de decidir nuestro voto. ¡El próximo 26 de septiembre es una buena oportunidad para empezar!

sábado, 4 de septiembre de 2010

Mi lista

En nuestro artículo de la semana pasada hablamos de erotismo y cotidianidad, y explicamos cómo el erotismo no está necesariamente relacionado con la genitalidad. También recogimos parte del testimonio de Judith Ress y su lista de placeres sagrados para unirnos a su invitación de elaborar nuestra propia lista. En el libro de mi autoría Elisa Jiménez. Una de ellas, publicado por la Fundación Polar, está este relato que deseo compartir con mis lectores/as y que constituye el primer recuerdo en mi lista de placeres eróticos sagrados…
A las doce de la noche del 31 de octubre le di la última puntada al moisés que estaba vistiendo para el ajuar de mi primogénito o primogénita. Con la satisfacción de haberlo terminado, plena, me dormí. Serían como las cinco de la mañana cuando me despertó un caudal de agua tibia que corría por mis muslos. Había roto fuentes... El médico, las preparadoras y mi mamá habían recomendado ir a la clínica cuando estuviéramos en “franco trabajo de parto” con contracciones cada 20 o 15 minutos y todavía faltaba para eso; esperaríamos a que aclarara el día…Apenas salió el sol llamamos a mi mamá. Cuando mamá llegó como a las ocho, ya habían arrancado las contracciones. Ahora sí estaba yo nerviosa, mas no asustada. Ella llegó muy alborotada, se reía, hacía chistes, hablaba y hablaba. En la espera a veces me hacía reír. Yo estaba concentrada, sentía una fuerza telúrica que se gestaba en el mero centro de mi cuerpo. Las respiraciones y la relajación me permitían experimentar lo que estaba más allá del dolor: el esfuerzo titánico de mi hijo por nacer, moviéndose en mi vientre, y mis entrañas armónicas abriendo el camino para darle a luz. En un momento me dio mucho frío: -Un baño con agua bien caliente y una buena frotada te quita eso hija, no te asustes —me dijo. Entonces me bañó bajo el acaudalado chorro del agua caliente de la regadera, y frotó mi espalda, mis nalgas, mis muslos con enorme fuerza y amor. Se me quitó el frío. Con su ayuda y la de mi esposo me vestí. En la clínica nos esperaba el doctor Piña, amigo y compañero de mi mamá. Estuvimos muy poco rato en la habitación. Entramos a la sala de parto, mi madre al lado mío en la cabecera de la cama, el doctor Piña abajo esperando al bebe, y el papá de Eduardo revoloteando cámara en mano registrando con su foco de fotógrafo profesional la luz que esperaba a su hijo. El movimiento telúrico arreció, mi cuerpo estaba al servicio de aquella sublime fuerza: -¡Merce, ahí viene mi amor, puja! Alrededor de nosotros el ojo saltarín sonaba clic, clic, clic. Sentí con abismal precisión a mi hijo que empujaba. Tomé todo el aire que podía e invoqué mi poderío femenino. Hija, puja, puja mi amor, aguanta un poquito, puja un poquito más nada más, ¡ya está, ya se le ve la cabecita!- me decía ella. Sentía su cabeza en mi túnel buscando la luz con decisión. ¡Ahora sí Merce, puja con toda tu alma, vamos, ahí está! – celebraba mamá. Por el más íntimo pasadizo de mi cuerpo sale un él. Mi hijo, vibrante. Siento un vacío enorme en mi ser. Él, que era uno conmigo, está afuera en la luz, frente a mí - ¡Es un varón, hija. Un varoncito hija!- Mi cuerpo está totalmente entregado a una corriente que me trasciende y me traspasa, lloro a mares, me río a carcajadas, abrazo, beso, amo...