El parto puede llegar a ser una experiencia sublime y erótica. Lo sabemos por nuestra propia experiencia y la de miles de mujeres en el mundo que decidieron ser protagonistas y autónomas a la hora de parir. Para lograrlo se informaron sobre la fisiología del embarazo y el parto, y se prepararon para dar a luz, gracias al uso consciente de la respiración y la relajación. Las/os promotoras/es de este movimiento a nivel mundial son un grupo de obstetras, enfermeras, preparadoras, comadronas y mujeres embarazadas que trabajan para lograr lo que han denominado la humanización del parto. El parto humanizado demanda una serie de condiciones que, por lo general, no se cumplen en las clínicas ni los hospitales venezolanos.
La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una vida sin Violencia define la violencia obstétrica como la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por personal de salud, expresados en un trato deshumanizado, en un abuso de medicación, y la patologización de los procesos naturales, trayendo consigo la pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, e impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres. Asimismo, el artículo 76 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela garantiza protección integral a la maternidad. Sin embargo, sabemos que el cumplimiento de establecido lo en la ley está muy lejos de la realidad. Son muchos los servicios de atención al parto (públicos y privados) que deberían ser reestructurados.
El parto humanizado es un paso esencial hacia la consecución de una sociedad donde reine la paz. Numerosas investigaciones evidencian que las vivencias prenatales (de antes de nacer) y perinatales (de inmediatamente después de nacer) marcan la vida psicológica de las personas. No puede ser lo mismo llegar al mundo a través de un cuerpo consciente, oxigenado y relajado; contar con una madre autónoma y dueña de su cuerpo que te ayuda a nacer; contar con un padre que apoya a tu madre y te recibe con un abrazo pleno de ternura masculina; nacer en un ambiente acogedor iluminado con suave luz, que llegar al mundo en una sala obstétrica donde mujeres paren solas sin apoyo amoroso alguno; asustadas; con los músculos tensos y la respiración entrecortada; sin saber qué está pasando con su cuerpo y donde los bebés nacen entre los gritos de la madre, iluminados por una luz que los encandila y los asusta…
Un pionero del parto humanizado fue el obstetra francés Frederick Leboyer, quien en 1976 publicó un libro que causó gran impacto en el mundo, titulado Parto sin Violencia. En una entrevista que le hiciera en el año 2006, Alfredo Embid le preguntó: ¿Qué sucede en la conciencia de una mujer en el momento del parto? Leboyer le respondió: …La mujer que ha tocado las profundidades de sí misma deja de estar limitada en su cuerpo durante el parto. De golpe se vuelve una, con la Madre Divina, es decir, con la vida, con la tierra. Percibe que algo sucede a través de ella…
La mujer que pare conscientemente sabe que a través de ella y su cuerpo llegan a este territorio niños y niñas con un gran potencial para vivir en paz y disfrutar la vida a plenitud…