En un artículo anterior citábamos las palabras de la senadora colombiana Gina Parody en relación a la necesaria revolución para la infancia víctima de abuso sexual. En estos tiempos en que Avesa sufre los embates de la política del silencio vale la pena recordarlas: Las revoluciones en la humanidad las debemos, en parte, a las personas valientes que deciden dar un paso adelante buscando cambio. Si en el siglo XVIII J.J. Rousseau y los ilustrados no se hubieran levantado contra la monarquía e iniciado la Revolución Francesa, quizá hoy no tendríamos los derechos humanos. Y si en los años sesenta las mujeres no se hubieran revelado contra el machismo, el derecho de las mujeres no sería considerado dentro de la sociedad… Hoy, toca iniciar otra revolución: la defensa de los derechos de los niños y niñas. No es fácil ni ocurrirá de un día para otro pero no podemos seguir quietos repitiendo que los niños son el futuro de la sociedad, sin hacer lo necesario para protegerlos… Uno de los caminos en la defensa de niños y niñas, es el abordaje público del abuso sexual infantil. Las víctimas de abuso sexual tienden a ser invisibles para la sociedad. En realidad son los derechos de los niños y niñas los que son invisibles para nuestra sociedad. Faltan muchos pasos para una verdadera revolución para la infancia.
El 2 de abril le hicimos una serie de preguntas a la viceministra Miriam Morales por esta vía, todas ellas referidas al lugar que ocupan en las políticas públicas del Ministerio de la Salud los derechos humanos de las niñas y niños abusados sexualmente. Hoy dirigimos nuestras preguntas a todos nuestros compatriotas: ¿Qué lugar ocupan los derechos de los niños y niñas abusados sexualmente en la sociedad venezolana? ¿Es que la revolución para la infancia venezolana no incluye a las niñas y niños víctimas de abuso sexual?
En el artículo titulado Caperucitas y cazadores señalábamos que siendo los cuentos de hadas una representación simbólica y universal de lo que guardamos en nuestro inconsciente. Son muchos los cuentos infantiles que advierten a niños y niñas de la crueldad de los adultos hacia ellos. Referíamos en particular el cuento de la Caperucita Roja, que simboliza una situación de abuso sexual donde lobo representa al abusador. Celebrábamos en nuestro análisis el final feliz del cuento de caperucita. Pues como sabemos un cazador logra sacarla a ella y a su abuelita de la barriga del lobo, que luego es llenada de piedras para que se ahogue al tomar agua en la orilla del río.
El cazador simboliza los defensores de los derechos de los niños y niñas a una vida libre de violencia sexual. Insistimos en que necesitamos muchos más cazadores y cazadoras en Venezuela. Un requisito básico para esta cacería es la formación. Por ello desde este espacio continuaremos informando a nuestros lectores dispuestos a hacer realidad la garantía de los derechos humanos de los niños y niñas abusados sexualmente. Mientras seguimos esperando que la Ministra Sader y la viceministra Morales respondan nuestras preguntas, seguiremos como siempre trabajando para el logro de una verdadera revolución para la infancia abusada sexualmente.