sábado, 14 de agosto de 2010

Erotismo y cotidianidad

El tabú de la sexualidad que caracteriza nuestra cultura nos ha separado de manera brutal de la dimensión erótica de la vida cotidiana. Nos cuesta relacionarnos con la energía sutil y sagrada del placer erótico porque confundimos erotismo con pornografía, y asociamos el goce del cuerpo exclusivamente a las prácticas sexuales genitales. Pensamos entonces, que si no tenemos pareja o si tenemos pareja pero no tenemos relaciones sexuales satisfactorias, la energía erótica está fuera de nuestra vida y nuestro alcance. La verdad es que no necesariamente es así.
La actividad erótica tiene perfiles propios que la diferencian de las prácticas sexuales rutinarias. El Diccionario de Estudios de Género y Feminismos define la erótica como una disciplina en formación, que estudia toda actividad en la que se busca el placer y/o el goce, ya sea durante el coito o en cualquier práctica tenida por pulsión sexual genital, o a través de otras fuentes pulsionales no genitales como el placer de escuchar, mirar, olfatear, acariciar, succionar, o moverse. El erotismo incluye la estética: observar obras de arte, escuchar música, leer textos hermosos; la ingesta: degustar bebidas o comidas sabrosas; la actividad intelectual en cualquiera de sus expresiones; y la conexión amorosa profunda con otras personas (no necesariamente la pareja) como hijos/as, amigos/as, hermanos/as.
El erotismo es fundamental en la vida, pero son muchos los obstáculos para relacionarnos con el goce. La energía erótica nos conecta con la creación y la procreación, aspectos básicos para la vida humana.
El erotismo no esta necesariamente relacionado con la genitalidad y las relaciones sexuales, todos/as tenemos en nuestra vida cotidiana pequeños momentos relacionados con nuestra rutina diaria, donde nos conectamos con el goce, son experiencias de plenitud que nos vinculan con el placer de la vida, experiencias eróticas…
Judith Ress, teóloga feminista chilena, en su artículo testimonial Mis Placeres Sagrados, nos relata: Cuando hago un recorrido por mis experiencias de plenitud, es decir, eróticas, me doy cuenta que son momentos en los que experimento contención, pertenencia, aceptación, placer; cuando siento una profunda conexión con otro ser humano, con un árbol, con el mar, las montañas, la luna, las estrellas, las nubes… cuando me siento parte de algo mucho mas expansivo que mi ser. Algunos de mis placeres sagrados incluyen: nadar, mi práctica espiritual diaria; abrazos verdaderos; conversaciones después de hacer el amor; el olor de los bebés; el olor del pan en el horno; danzar; llorar con alguien compartiendo su pena; llorar sola con mis propias penas; llorar lágrimas compasivas mientras leo una novela conmovedora; reír a carcajadas con un grupo de amigas ( esa risa que sale de las entrañas y que es a la vez compasiva y sanadora); ver a los hijos ya grandes, en sus cuerpos viriles jugando futbol; estar desnuda en un pozo profundo de agua caliente bajo la luz de la luna y las estrellas. Judith termina su sencillo testimonio aclarándonos que esa es sólo una pequeña lista para comenzar… Y pregunta sobre nuestra propia lista ¿Podrías elaborarla?

sábado, 7 de agosto de 2010

Lo erótico como poder

Hemos crecido riéndole la gracia a Pedro Picapiedra cada vez llama a su esposa con un grito estridente y autoritario ¡Viiiilma! Mientras ella corre a atender sus requerimientos, y contemplando con toda naturalidad la muy difundida caricatura del hombre prehistórico arrastrando a su mujer por los cabellos. Por lo visto la perspectiva de que desde el tiempo de las cavernas los hombres han dominado al planeta y a todos los seres que la habitan, nos parece natural y muy chistosa. Creemos que desde siempre los hombres han sometido a la naturaleza, las mujeres, y a todos los seres vivos a través de la fuerza. Falso.
Restos arqueológicos de culturas prehistóricas neolíticas descubiertos en la segunda mitad del siglo XX interpretados por la arqueóloga Marija Gimbutas han conducido al redescubrimiento de una elaborada y sofisticada religión que concebía el principio femenino como creativo y eterno y como fuente de todo lo que existe. Posteriormente Merlin Stone y otras estudiosas, se han dedicado a indagar en las tradiciones del pasado en busca de los mitos y cultos que celebran y veneran a la Diosa.
En estas tradiciones culturales de los inicios de la civilización la sexualidad y el placer estaban dentro del ámbito de lo sagrado, y la vulva se veneraba como manifestación divina del poder creativo de la mujer. En estas sociedades la mujer no estaba subordinada al hombre, ni el hombre a la mujer pues el poder de la dominación no simbolizaba el valor que en nuestra cultura jerárquica y machista representa. La asociación de la sexualidad con lo sagrado contribuyó al desarrollo de sociedades más equitativas y pacificas.
El concepto y la valoración del sexo es una construcción cultural; así lo evidencian las diferencias entre los símbolos e imágenes sexuales prehistóricas y las actuales.
La idea de que el cuerpo humano es inferior a la mente y el espíritu surge en la las épocas griega y romana clásicas, especialmente entre los filósofos estoicos. Más tarde con San Pablo y San Agustín, entra en vigencia la noción de que le cuerpo humano, y en particular el cuerpo de la mujer, es corrupto y demoníaco. Así, quedó vinculado el sexo placer con el pecado; y lo sagrado-divino con el dolor y el sufrimiento. Se separó al hombre de la mujer y a la naturaleza de lo espiritual y por lo tanto a cada uno de nosotros de nuestra propia energía erótica, señala Riane Eisler autora del libro Sexo, mitos y política del cuerpo.
El reencuentro con la dimensión sagrada del cuerpo y el placer, el principio femenino creativo y la dimensión espiritual de lo erótico, es un transito necesario para responder las preguntas de las mujeres de Lezama ¿Por qué las personas se ponen frías o sea no sienten deseos de tener relaciones? ¿Por qué a la edad que tengo ya no me provoca tener relaciones sexuales? ¿Por qué las parejas se aburren?
Para cerrar, palabras de Audré Lorde en su artículo: Lo erótico como poder: …Cuando empezamos a vivir de adentro hacia fuera, en contacto con el poder de lo erótico dentro de nosotras(os), permitiendo que ese poder informe e ilumine nuestras acciones en el mundo que nos rodea, entonces empezamos a ser responsables de nosotras(os) mismas en el más profundo sentido…