Esta semana continuaremos revisando la lista de falsas creencias sobre el abuso sexual publicada por Avesa en el folleto Atención del Abuso Sexual Infantil. Una perspectiva de trabajo desde la experiencia de Avesa:
11) Se cree que los niños y niñas a menudo mienten acerca del abuso sexual; cuando en realidad sucede que la mayoría de las veces, cuando un niño o niña refiere un hecho de abuso sexual, es porque ha ocurrido. Los niños no pueden describir experiencias que desconocen. En los casos excepcionales, en los cuales mienten, suele ser por sugestión o presión por parte de otro, y una evaluación exhaustiva puede determinarlo.
12) Se cree que el abuso sexual siempre es cometido por hombres en perjuicio de niñas y adolescentes femeninas; cuando en realidad sucede que, aunque la mayoría de las veces el abuso es cometido por personas del sexo masculino, también es ejercido por personas del sexo femenino. Es muy probable que haya un subregistro de estos casos, en vista de que hay una mayor permisividad y naturalización del contacto físico entre una mujer adulta y un niño o niña. En cuanto a las víctimas, son más las niñas objeto de abuso sexual que los niños, tendencia que se acentúa para las víctimas del sexo femenino a partir de la adolescencia.
13) Se cree que la ausencia de indicadores de violencia física demuestra que el niño, niña o adolescente colabora con el hecho; cuando en realidad sucede que existe abuso sin violencia física. Los recursos defensivos del niño, niña o adolescente no son equivalentes a las estrategias de sometimiento y manipulación del agresor, y por eso este no requiere ejercer violencia física.
14) Se cree que las adolescentes son violadas por andar con ropa insinuante y actitudes provocadoras; cuando en realidad sucede que la apariencia física no es lo más relevante. El común denominador de la violencia sexual es la situación de indefensión de la víctima. Todo abuso sexual es responsabilidad de quien lo comete
15) Se cree que las madres son las culpables del incesto por tener complicidad con el agresor; cuando en realidad sucede que muchas madres desconocen la situación de abuso como tal. Muchas de ellas son paralelamente víctimas de violencia doméstica y/o fueron abusadas sexualmente, lo que les dificulta intervenir efectivamente para detener el abuso.
No nos cansaremos de alertar sobre cómo estas falsas creencias influyen de forma nefasta en la calidad de la atención y el acceso a la justicia que las instituciones y los profesionales brindan a las víctimas de abuso sexual. Así pues, es urgente la reflexión crítica por parte de todos los sectores responsables del abordaje de esta terrible epidemia oculta.