sábado, 27 de noviembre de 2010

Doulas

Relatan Ehrenreich y English en su libro “Por su Propio Bien” que en épocas anteriores a la consolidación del oficio de médico —que en sus inicios, como todas las otras profesiones era patrimonio exclusivo del género masculino— la habilidad de curar estaba atada a las obligaciones y espíritu de la maternidad. En esos tiempos, señalan estas autoras, “cualquier mujer que no fuera una privilegiada debía conocer, al menos, el lenguaje de las hierbas y las técnicas para curar; las más eruditas incluso viajaban a lugares lejanos para compartir sus conocimientos. Las mujeres que se distinguían como sanadoras no eran sólo comadronas que cuidaban de otras mujeres sino ‘médicas generales’ herbolarias y consejeras que ayudaban tanto a hombres como a mujeres”.
Sincronías e intuiciones son formas de conocimiento femenino, por eso se fueron descartando y degradando en la medida que las sociedades se hicieron más machistas. Brujas, sanadoras y comadronas se guiaron por la intuición, la observación y la experiencia y por ello fueron cruelmente perseguidas y aniquiladas. Las mismas autoras cuentan como esta historia de tensión entre las sanadoras sin títulos y los profesionales masculinos de la medicina empezó en la Europa medieval, y culminó en ese mismo período con triunfo de la profesión médica masculina. Esta guerra declarada al conocimiento femenino, a su paso destruyó cantidad de redes de ayuda mutua conformadas por mujeres y llevó a la hoguera a miles de mujeres sanadoras y sabias acusándolas de de brujas.
Fue sólo siglos después de esta espantosa cacería, cuando las mujeres fueron aceptadas en las escuelas de medicina (a mediados del siglo veinte), que recuperamos el derecho a sanar sin arriesgar nuestro prestigio moral o la vida. La persecución y exterminio de sanadoras y comadronas, sumada a la satanización del cuerpo y el placer sexual femenino, más antigua aún, apartó a las mujeres de su cuerpo y su poder.
Una de las expresiones más dramáticas de la pérdida del poder de la mujer sobre su propio cuerpo es el fenómeno denominado “medicalización del parto”. Las mujeres nos hemos desconectado del conocimiento ancestral del proceso natural de embarazo y parto y nos hemos puesto pasivamente “en manos de los médicos”, así hemos perdido nuestra capacidad para vivir con autonomía y consciencia plena un evento único y fundamental en nuestra vida y la de hijos e hijas que traemos al mundo, como es el parto.
En la búsqueda de la recuperación del poder ancestral femenino, y de nacimientos sin violencia que contribuyan a la consecución de una cultura de paz y la tolerancia, han resurgido los antiguos oficios de sanadoras, brujas y comadronas encarnados en las llamadas “Doulas”. El término Doula fue acuñado por la antropóloga Dana Raphael quién lo tomó de la cultura Filipina para referirse a las mujeres que ayudan a las nuevas madres durante el parto, la lactancia y el cuidado al recién nacido. En Venezuela tenemos un grupo de Doulas fundadoras y coordinadoras de programas de formación para el parto donde han nacido cientos de niños. En nuestros próximos artículos, compartiremos sus testimonios y los el de padres, madres e hijos que han llegado al mundo acompañados por ellas.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Barrigones

En BuenNacer, organización pionera en la formación de parejas para el parto humanizado en Venezuela, es frecuente oír a las preparadoras llamar cariñosamente a las mujeres preñadas “las barrigonas” y a sus maridos “”los barrigones”. En sus cursos de preparación para el parto tuvieron que abrir -a petición de “los barrigones”- un espacio de encuentro y discusión específico para los gestantes, bajo el argumento de que no era suficiente acompañar a sus parejas, ellos también tenían cosas particulares que trabajar en relación con el embarazo y el parto.
En ese espacio íntimo y protegido de chalequeos machistas que crearon en BuenNacer los hombres se atreven a compartir sus vivencias particulares en su condición de “preñados”: los miedos y angustias por la salud del/la bebé; lo atractivas que les resultan sexualmente las voluptuosas y redondas formas de sus amadas; el temor a la responsabilidad económica que se avecina y ¡sorpresa! Las nauseas, los vómitos, los calambres, los dolores de barriga, los cambios de humor, el cansancio y la presión arterial baja ¡qué están sufriendo con el embarazo! Al principio del embarazo vomité mucho y me venían como unos mareos. Después agarré una comedera… además me antojé de comidas que nunca me habían llamado la atención, que si cambur con leche, buñuelos, jugo de remolacha, que se yo – cuenta un barrigón; Me siento cansado y me dan calambres con mucha facilidad, mientras ella que es la que tiene la barriga anda tranquilaza, como si nada… cuenta otro mientras suelta la carcajada.
En el libro “El hombre embarazado. Manual de supervivencia”, de Rodolfo Sbrissa, el periodista Guillermo Andino cuenta: Durante los primeros tres meses, Carolina, mi mujer, tenía nauseas y vomitaba todos los días. Sólo uno de los noventa días no vomitó y el que tuvo los síntomas fui yo. Y, aunque no lo puedan creer, ¡vomité bilis! Igual que ella cuando se levantaba.
Lo relatado por estos hombres no son hechos aislados ni producto de la imaginación. Es el denominado Síndrome de Couvade (couver, que significa incubar en francés) que afecta a muchos hombres que van a ser padres. Según los expertos, entre el 10 y el 65 por ciento de los esposos gestantes sufren este síndrome y pueden presentar desde cambios de humor, náuseas, vómitos, cansancio, presión arterial baja y calambres en las piernas hasta dolores abdominales similares a las contracciones uterinas.
Según los estudiosos, este fenómeno encuentra su explicación en dos esferas: la psicológica y la orgánica. En 1994, un grupo de investigadores de la Universidad de Pisa llegaron a la conclusión que el Síndrome de Couvade sería el equivalente psicosomático de los rituales primitivos de la iniciación en la paternidad. En el plano biológico, varios estudios han evidenciado que la paternidad produce cambios hormonales en el hombre: la prolactina aumenta semanas antes del nacimiento y también se registran aumentos del estradiol y el cortisol. Incluso los niveles de testosterona pueden reducirse notablemente durante los días posteriores al nacimiento. Es decir, que los hombres experimentan cambios hormonales asociados a la paternidad, similares a los maternales. Por eso en BuenNacer les llaman los barrigones.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Ternuras Paternales

Hasta no hace mucho se consideraba que el rol de los padres en la crianza de los hijos estaba circunscrito a la responsabilidad económica, a garantizar por la vía de su autoridad el cumplimiento de las normas. Así, los padres tenían poca o ninguna participación en la etapa del embarazo y en la crianza durante los primeros meses – incluso años- de su progenie.
A mediados del siglo pasado era impensable ver a un hombre en sus cabales hablándole “chiquito” a su hija a través de la enorme barriga de su esposa; tampoco era probable encontrarse a un hombre sentado al lado de su esposa en un curso aprendiendo a sacarle los gases y cambiarle los pañales al chamo que viene en camino; ni hablar de la posibilidad de contemplar a un hombre cantando tiernamente acompañado del vaivén de la mecedora o el chinchorro mientras agarra el sueño su pequeño heredero. Para felicidad de todos, hoy en día, estas escenas y muchas más, siempre conmovedoras, son comunes en la vida de muchas parejas embarazadas y recién paridas.
Pero todavía no son la mayoría. Ocurre que al ser una conducta nueva entre los hombres, muchos aunque quieren transformar el rol del padre que conocieron por su propia experiencia, no saben por dónde empezar. Sabemos que no es fácil romper patrones culturales y resistir las presiones machistas del entorno, pero le garantizamos a los que se sienten atraídos por una paternidad más humana que los vincule a sus hijos por la vía de la ternura y no del miedo, que no se arrepentirán. A esos hombres, decididos a participar activamente en la crianza de sus hijos desde el momento de la gestación está dedicada esta lista de tips elaborados por el doctor Beltrán Lares: 1) Asista a los cursos de preparación para el parto y las consultas médicas; 2) Infórmese usted mismo, investigue sobre el embarazo, el nacimiento, la lactancia y la crianza; 3) Conviértase en un experto cambiando pañales, vistiendo y bañando al bebé; 4) Levántese en la noche cuando el bebé llame la atención de mamá y quiere alimentarse. Camine con ella, acaríciela, sáquele los gases al bebé, y contribuya para que ella pueda descansar un poco más; 5) Duerma con su bebé, compartan la cama los tres. Haga un espacio donde el bebé esté cómodo, no muy caliente, y seguro de no ser apretado; 6) Si es fumador, no fume en presencia del bebé, ni permita que nadie lo haga; 7) Aprenda el lenguaje del llanto de su bebé: el llanto intenso de los cólicos, el llanto por hambre o por cansancio. Siempre consuele a su bebé cuando llore; 8) Cántele y cuéntele historias, a su bebé le encantará oír su voz y escuchará con suma atención y casi invariablemente se dormirá sereno y tranquilo 9) Reconozca que criar un bebé es un trabajo duro. Participe en la labores del hogar desde la convicción que esta es una responsabilidad compartida y como una manera efectiva de tener más tiempo para disfrutar juntos de su bebé.
Mi hija y mi hijo atesoran recuerdos de padres sacadores de gases y cambiadores de pañales; expertos en dormirlos tiernamente en mecedoras y chinchorros; echadores de cuentos antes de dormir, bajadores de fiebre y todo lo demás. Padres presentes desde antes que él y ella nacieran. Créanme cuando les digo que no se arrepentirán…