sábado, 11 de diciembre de 2010

Refugios y Sexualidad

Hace diez años cerca de esta fecha, recibía yo una llamada madrugadora para que prendiera el televisor y viera si la calle de San Bernardino que aparecía arrasada por el agua y el barro en la televisión, no era la de la sede de Avesa. Por fortuna, no era nuestra calle, una cuadra antes de nuestra sede, el desbordamiento de la quebrada Anauco causado por las lluvias volvía a tomar su cause por la quebrada. Nos salvamos de milagro, pero el Barrio Anauco y las calles cercanas de la urbanización fueron severamente castigadas por el agua. La mayoría de nosotros se solidarizó con las víctimas de la tragedia de diciembre de 1999, es verdad, pero cuando un suceso como ese te roza de tan cerca, se siente una consternación difícil de describir, te ronda de cerca la certeza que por cuestión de pocos metros no fuiste tú, no fue tu casa, no fue tu sede. Entonces el sentimiento de solidaridad se convierte en una pulsión que necesita ser saciada…
Con ese sentimiento abordamos nuestro trabajo voluntario en los refugios que acogieron a los damnificados de la tragedia de Vargas (que igual hizo sus estragos en Miranda y Caracas). Los primeros días hicimos lo que cientos de venezolanos/as: nos incorporamos a los equipos que trabajaron en centros de acopio y refugios, recogiendo y sistematizando información relevante sobre los damnificados, repartiendo comida, contactando familiares y cualquier otra tarea asignada Protección Civil y organismos afines. Pero a las pocas semanas cuando la urgencia del primer impacto se aplacó un poco, emergió la necesidad de hacer nuestros aportes desde las áreas en las que tenemos experticia: Salud Sexual y Reproductiva, Educación Sexual y Atención en Violencia Sexual y Doméstica ¿Cómo hacerlo? Surgió como nuestra primera pregunta ¿Cómo se relacionan estas áreas de trabajo con la dinámica que se vive en un refugio? ¿Son estos temas de relevancia e interés para las personas afectadas? Fueron otras preguntas que nos hicimos.
Las respuesta a nuestras preguntas aparecieron solas, de los hechos, empezamos a recibir solicitudes de los coordinadores de los propios refugios, resulta que sucesos de violencia contra la mujer (maltrato verbal, psicológico y físico) ocurrían con frecuencia diaria; eventos de violencia sexual contra las mujeres y abuso sexual de niños y niñas también se habían registrado; no se ofrecían servicios de salud sexual y reproductiva a las usuarias y usuarios de los refugios; ningún programa de prevención del VIH/SIDA se estaba llevando a cabo; tampoco programas de prevención de embarazo e infecciones de transmisión sexual dirigidos a la población adolescente .
Mucho hemos hablado en este espacio de como, debido al que el tema de la sexualidad es tabú, cuesta integrarlo a las políticas públicas y estrategias de trabajo comunitario. Grave error. Las personas que están siendo atendidas en los refugios habilitados para atender la tragedia ocasionada por las lluvias recientes, deben ser atendidas también en lo relacionado con sus Derechos Sexuales y Reproductivos, esos son también Derechos Humanos. Ponemos a la orden nuestra experiencia institucional en el área.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Facilitar Nacimientos

A María Auxiliadora Díaz la conocí hace muchos años cuando era alumna de Elisa Jiménez (mi madre), en la Escuela de Psicología de la UCV y trabajaba como pasante en el Centro de Orientación Familiar de San Martín, también coordinado por Elisa. María relata la impronta de esta profesora en su vida: “La primera cosa que a mí me impactó de Elisa fue su discurso, su pasión. Lo que decía tenía una enorme fuerza y lo sostenía con una gran convicción, por eso escogí hacer las pasantías en la Maternidad. Entrar en la Maternidad y conocer a Elisa cambió mi vida”.
Al entrevistarla me cuenta que en veinticinco años que pasó preparando mujeres para el parto y conduciéndolas para dar a luz debe haber acompañado cerca de los mil partos “Empecé en el ámbito público, en la Maternidad Concepción Palacios, pero hubo un momento que me pareció frustrante preparar a las mujeres para que se apropiaran de su cuerpo a la hora del parto y no poder acompañarlas para que esos aprendizajes se pusieran en práctica en la propia sala de parto. Era imposible pensar que en las salas de parto de una Maternidad pública iban a permitir el parto sin violencia, el parto en agua, la participación del marido en los partos, y todas esas cosas que ya estábamos experimentando desde el programa de preparación para el parto en el proyecto inicial de Avesa”. El proyecto que María estaba gestando requería espacio propio, así que con el aval de su Maestra fundó BuenNacer, institución pionera en el área de la educación prenatal y la facilitación del nacimiento en Venezuela. María se define como educadora prenatal y facilitadora del nacimiento, subraya que su trabajo abarca las etapas del embarazo, el parto y el postparto. Relata con la misma pasión de su maestra lo que la llevó a dedicarle su vida a este proyecto: en primer lugar haber sido testigo de la toma de consciencia y empoderamiento de las mujeres al ser autónomas y tener el control de su propio cuerpo durante su embarazo y parto; luego la paz y plenitud de los niñas y niños que llegan al mundo en un ambiente cálido e íntimo, recibidos por su padre y su madre entregados a facilitarles el paso del vientre materno a este mundo difícil; y por último la maravilla que resulta ver de cerca a los verdaderos hombres nuevos, aquellos capaces de conectarse y comprometerse con la misma intensidad y ternura que sus mujeres, a recibir y cuidar los hijos que traen al mundo.
María después de tantos años de experiencia, fundó su escuela para formar a otras facilitadoras del nacimiento, y se mueve como las buenas para que algún día se concrete el proyecto de la Casa de Parto que Buennacer gestó en alianza con la Alcaldía de Vargas (donde no hay ni siquiera Maternidad Pública). María, para finalizar la entrevista alerta: “En esta etapa de mi vida creo que la propuesta de educación prenatal que hemos validado en nuestra experiencia se debe volcar a lo público, pues mientras la experiencia del embarazo, el parto y el postparto siga medicalizada, la violencia obstétrica descrita en la Ley como delito, seguirá ocurriendo en nuestras maternidades públicas y las cifras de mortalidad materna continuarán siendo una vergüenza nacional”.