sábado, 16 de octubre de 2010

Hombres en estado de gestación

El psicólogo colombiano Walter Riso en su libro Intimidades Masculinas, señala que aunque los hombres no pueden parir físicamente, también se embarazan. Según este autor, durante el embarazo de su pareja, el varón pasa por un estado de gravidez psicológica el cual describe desde su propia experiencia -como padre y psicólogo- de esta manera: Nosotros esperamos, sufrimos, hacemos fuerza, nos asustamos, reímos, lloramos y fantaseamos a la par. Los hombres también damos a luz; a nuestra manera, pero lo hacemos. Algo ocurre en el varón en estado de gestación que aún no podemos explicar claramente desde la psicología.
Riso sostiene que dentro de las múltiples y variadas respuestas psicológicas al embarazo es posible definir cinco grupos de tipos de varones en estado de gestación.
Está el grupo de los que no se dan por enterados. Son hombres para quienes tener un hijo es como comprarse un carro o una moto. No les interesa ni se involucran en lo que pueda estar viviendo la madre de su hijo/a a nivel físico o emocional; y cuando se ven presionados por su pareja a intervenir de manera más directa, lo hacen con desgano. Puede que algunos cambien su conducta con el nacimiento del/la bebé, es posible que dejen salir alguna emoción y se conecten con su rol de padre.
Luego está el grupo al que le da por el enamoramiento, el sentimiento de amor por sus esposas crece exponencialmente cuando se enteran del embarazo: las aman, cuidan y las consienten mucho más que antes de que el bebé fuera concebido. Mientras dure la gestación serán los mejores maridos del mundo, pero apenas nace el bebé volverá a los antiguos patrones afectivos, al regresar al a la brega diaria el/la niño/a nacido pierde el encanto.
Están los que se sienten relegados, estos hombres al enterarse que sus esposas están embarazadas se ponen paranoicos, la relación que establecen con el bebé en camino es ambivalente y de competencia, desarrollan una celotipia filial. Después que han transcurrido los primeros meses después del nacimiento del bebé suelen resignarse a compartir el amor de su mujer con el/la nuevo/a integrante de la familia.
Hay un grupo que muestra rechazo por la mujer embarazada, estos hombres sufren una profunda transformación emocional. Si antes del embarazo eran maridos sensibles y amorosos, al enterarse que su esposa está preñada sentirán rechazo y cierta incomodidad al relacionarse con ella, particularmente les incomoda la idea de tener relaciones con su esposa embarazada debido al temor de hacerle daño al bebé. Pueden ser responsables e incluso prepararse para recibir al niño/a de manera adecuada, pero el desamor por la madre de su futuro vástago es una fuente de dolor y tristeza para ella
Por último está el grupo que disfruta sanamente de la experiencia de la paternidad sin involucrar a la pareja en forma patológica. Son hombres que al mismo tiempo que sufren las angustias propias de un evento tan importante como lo es el nacimiento de su muchachito/a, se sienten felices y plenos, Según lo subraya el propio Walter Riso, para los varones maduros y equilibrados, el embarazo es una buena oportunidad para estrechar vínculo con la mujer amada, y mejorar los anteriores.

Paternidad, embarazo y parto

Quisiéramos estimular el crecimiento del grupo de hombres que comparten las preocupaciones propias (para mujeres y hombres) de un evento tan fundamental en la vida como lo es el embarazo y nacimiento de los/as hijos/as y que se sienten felices y plenos en su condición de padres. Soñamos con una sociedad poblada de varones maduros y equilibrados, para quienes el embarazo y el parto sea una oportunidad para profundizar el vínculo con la mujer amada y el hijo/a que está por llegar; una sociedad habitada por una mayoría de hombres comprometidos con la crianza de sus hijos no sólo como proveedores económicos, sino también como proveedores de afecto, ternura y protección. Tenemos la certeza de que en la medida en que los índices de paternidad irresponsable de nuestro país dejen de ser una vergüenza, y que los hombres se involucren como padres afectivos, responsables y comprometidos desde el mismo momento en que en que reciben la noticia del embarazo, la calidad de vida de la población venezolana tendrá cambios muy positivos.
Aunque todavía no son la mayoría, afortunadamente cada día son más los hombres que desean participar activamente durante el embarazo y el parto de sus hijos. Cada vez es más normal verlos en las consultas ginecológicas y del control prenatal no sólo acompañando a sus parejas, sino participando activamente y formulando preguntas y observaciones informadas sobre úteros, vaginas y bebés. También es muy frecuente su asistencia a los cursos de preparación para el parto, tanto, que se han tenido que abrir espacios específicos de formación e información para los barrigones como los llaman cariñosamente las preparadoras/es.
Hoy en día es más probable que se les permita a los hombres participar del parto de sus parejas en las clínicas y algunos hospitales, y según lo señala el doctor Beltrán Lares, gineco-obstetra venezolano con varios años de experiencia en parto humanizado: la vieja y trillada creencia de que los hombres se desmayan al ver parir a sus mujeres está siendo sustituida por la gran satisfacción expresada por aquellos varones que han llorado de alegría, reído y participado del nacimiento de sus hijos/as directa y activamente. Pues según lo enfatiza él mismo: parir es una experiencia humana conmovedora, no es un acto médico exclusivamente.
Los hombres pueden participar activamente en el parto desempeñando roles que abarcan desde ser custodio de la privacidad necesaria durante el trabajo de parto, pasando por brindar el apoyo emocional y psicológico principal durante este proceso; hasta sosteniendo físicamente a sus mujeres para ayudarles a mantener las posturas verticales al momento de parir.
Para el doctor Lares: participar en le parto ofrece la oportunidad de ver la fuerza de la mujer en una expresión máxima de coraje y feminidad… y es la oportunidad para el varón de llorar de alegría, de abrir su corazón a la expresión emocional masculina tan reprimida en nuestras sociedades.
¡Anímese! Y forme parte de ese colectivo de hombres que ha apostado a los cambios personales y sociales por la vía del ejercicio de una paternidad centrada en la ternura, lejos del autoritarismo y la represión.

sábado, 9 de octubre de 2010

Embarazadas, no enfermas

Maternidad

Mi cuerpo,
como tierra agradecida,
se va extendiendo.

Ya las planicies de mi vientre
van cogiendo la forma
de una redonda colina palpitante,
mientras por dentro,
en quién sabe que misterio
de agua, sangre y silencio
va creciendo como un puño que se abre
el hijo que sembraste
en el centro de mi fertilidad.


Queremos acercar a nuestras lectoras y lectores a una visión de la maternidad, el embarazo y el parto más poética, promover una mirada que nos acerque a la maravilla que es, y la fuerza creadora que genera, vivir el embarazo y parto conectadas con nuestro cuerpo y la energía de vida y creación que se gesta dentro de nuestro ser. Por eso comenzamos nuestro artículo de esta semana con el poema Maternidad de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, quien ha dedicado gran parte de su obra poética a temas relacionados con la sexualidad e intimidad femenina.
La maternidad une misteriosamente nuestro pasado y futuro, al mismo tiempo que conecta lo más corporal, sensual y terrenal de nosotras con lo más sagrado y espiritual del universo. Todas estamos profundamente vinculadas con la maternidad, pues aunque no todas tendremos hijos/as, todas somos hijas.
La maternidad refleja más que ningún otro acontecer de la vida la interdependencia humana. Para crear y criar estas nuevas vidas, necesitamos apoyo de todos/as los/as que nos rodean. Es necesaria la participación de toda la comunidad para garantizar una buena calidad de vida para ese ser que se gesta en nuestro vientre.
Ancestralmente eran las madres, hermanas, abuelas y las comadronas, quienes a partir de su propia experiencia le ofrecían a la mujer preñada sus conocimientos sobre transformación del cuerpo y espíritu durante el embarazo, el parto y la lactancia. Con el tiempo las mujeres fueron renegadas de este campo de conocimiento, convirtiéndose éste en un asunto exclusivo del ámbito médico. Por eso hoy en día en la mayoría de los centros de salud tratan a la mujer embarazada como si estuviera enferma ¡Falso! nada más lejos de una enfermedad que un embarazo y un parto normal.
Si el embarazo no es una enfermedad – que no lo es- a las mujeres nos corresponde la tarea de tomar las medidas necesarias para vivirlo de la manera más fácil y más sana posible. Es nuestra responsabilidad cuidarnos mejor que nunca, y es obligación de nuestras parejas amigas, amigos y familiares brindarnos todo el apoyo requerido para ello.
Los cuidados prenatales implican mucho más que ir mensualmente al control médico, la atención y recomendaciones médicas son fundamentales sin duda, pero las mujeres tienen que atender además otra serie de aspectos de su vida para procurarse el mayor bienestar posible para ella y su bebé durante su embarazo, y para lograr dar a luz conscientes y autónomas.
La buena alimentación; la actividad física y ejercicio; la decisión informada de cómo queremos que sea nuestro parto; la consecución de un ambiente social familiar armónico y solidario; y la preparación para el parto, son algunos de los aspectos a incluir dentro de nuestros cuidados prenatales. En nuestro próximo artículo hablaremos más ampliamente de cada uno de ellos.